lunes, 1 de septiembre de 2008

Llegar a casa

Qué sensación de bienestar cuando llego a casa. Las viejas llaves, tan familiares, que giran dentro de la cerradura y me permiten abrir la puerta, entrar a casita, y exhalar así en forma casi audible. La sensación es de sosiego doméstico, descanso del trajín de la calle, de poder bajar la guardia. Escuchar las llaves en la puerta del ser amado y respirar aliviada porque ya está en casa. Salir de la locura cosmopolita de cualquier ciudad para llegar a casa. Los artistas que cuando están mucho tiempo de gira y vuelven al hotel dicen “me voy a casa”. Delatan así que aunque no sea uno solo el lugar de morada, allí donde terminamos el día y apoyamos el cuerpo para dormir es “mi casa”.

En casa tenemos objetos que no verán nunca las baldosas de la calle como las pantuflas, los joggings inconfesables, la robe de toalla. Está el llegar a casa cargados de bolsas del supermercado, trayendo víveres a la guarida. Llegar a casa para poder ver el partido, la película, o cualquier huevada por TV por un rato para entretenerse o cambiar el cerebro de canal.

Una vuelta de Google para "llegar a casa" nos da desde vendedores de seguros que citan “cuando llego a casa quiero tranquilidad” hasta letras de canciones múltiples que “sueñan con llegar a casa” o –lo más curioso de la búsqueda – un tema “todos queremos llegar a casa” (http://www.agenciapulsar.org/nota.php?id=13000) un disco realizado por músicos independientes latinoamericanos, trabajadores del subte y FM La Tribu de distribución gratuita.

Cuando era chica me encantaba armar casitas en mi cuarto, en realidad eran carpas que hacía con sábanas o frazadas. Enganchaba las puntas de alguna silla y me creaba mi propio escondite. Tal vez sea un comportamiento atávico, en los comienzos de nuestra especie los humanos vivíamos en cuevas y a mí me encantaba estar ahí en mi cuevita.

Las casas también vienen por modas o épocas como los lofts, los PH, los departmentos de soltera/o, los espacios más grandes con edades más maduras. Tener nuestra primera casa. Tener literalmente un techo sobre la cabeza.

Venite a casa, date una vuelta por casa, quedate en casa.

Pero llegar a casa puede tener también todo el peso de la metáfora. Extremado, como hiperbole, signfica la muerte. Supongo que por llegar a la “casa celestial” en un sentido religioso tradicional o más concretamente como último descanso.


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