jueves, 11 de septiembre de 2008

Oda al maracuyá


Alguien tiró una semilla del cielo y apareció el maracuyá. No existe fruta más deliciosa. Con su despliegue de semillas negras y grandes (que deben colarse si se hace jugo de maracuyá) mira al mundo como con millones de ojos, cuidando el néctar que se filtró del paraíso por error y cayó en mano de los mortales. Exalta su color amarillo intenso y no derrocha la apetecible pulpa.

Existe el mousse de maracuyá, la caipirinha de maracuyá, la torta de maracuyá, el helado de maracuyá, escalpes de pollo en salsa de maracuyá, salmón con salsa de maracuyá y un invento sin igual que voy a extrañar en cuanto me vaya de Brasil: el yogur light de maracuyá. Gracias a todos los dioses que habitan los cielos.

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